Trabajo con gente que viaja mucho y a lugares exóticos.
Cuando nos juntamos para las cenas, las historias viajeras siempre entran en la conversación. Dependiendo de las bebidas consumidas y del ambiente del sitio, las historias varían de nivel y de autencidad.
El uno cuenta cómo le paraban con su todo-terreno soldados en Nigeria cada dos por tres para pedirle dinero para dejarle seguir y no matarle en esta ocasión. Después de una temporada pagando se dio cuenta de que los soldados sólo tenían barricadas ambulantes, que montaban en la calle cuando veían venir a alguien que parecía tener dinero, y tampoco tenían vehículos. Entonces, dijo, a partir de este descubrimiento siempre conducía muy rápido, así no les daba tiempo a poner las barricadas ni a seguirle después de haber pasado. Fácil, valiente.
El otro cuenta que pasó una noche en Bangkok recogiendo pescados vivos tirados en las calles con su conductor de tuc-tuc. No sabe de dónde venían los pescados del medio de la calle pero después de haberse sumergido en la vida nocturna tailandesa tampoco le parecía raro. Su conductor estaba tan contento con la comida inesperada que no le cobró al llegar al hotel por su viaje.
(Nótese que la historia de este señor, en otro ambiente y con más bebidas, fácilmente la hubiesen protagonizado bolas de ping pong en vez de pescados.)
Las comidas es un tópico favorito , corazones de serpientes medio vivos en China, insectos en Indonesia, semen de pescados varios en Japón , pero eso es otro tema, que se tratará en otra entrada.
Mi historia de aventuras para ocasiones avanzadas es:
'Yo fui interrogado por el Mossad (servicio secreto israelí)'
Durante mi carrera hice una campaña en un barco de investigación en el Mar Rojo. Volé de Alemania a Eilat vía Tel Aviv y crucé la frontera Israel - Jordania en taxi a medianoche para llegar al barco que estaba esperándome en Aqaba. Durante las siguientes semanas fuimos rumbo a Haifa en el norte de Israel, parando brevemente en Duba (Arabia Saudí) y Safaga (Egipto), cruzando después el canal de Suez al Mediterráneo.
Mapa de operaciones
Después de llegar a Haifa aproveché que estaba en un país soleado y caliente en pleno Abril y me fui a Jerusalén, alojándome en el refugio armenio en el Via Crucis, que resultó una mala selección porque coincidí con la Semana Santa ortodoxa y a partir de las cinco de la mañana pasaban grupos rusos y griegos cargados de cruces, ensangrentados y cantando al pleno pulmón por mi ventana. Cogí el autobús a Tel Aviv, compartiendo mi viaje con un grupo de chicas soldados con apenas 18 años, que hubiese parecido a un viaje de colegio si no todas hubiesen tenidos rifles de asalto M16 (conocidos gracias a las peliculas americanas).

El canal de Suez

Egipto visto del canal de Suez
Llegado al aeropuerto me dirigí a facturar y desde ahí todo fue cuesta abajo. El señor vio mi pasaporte con tres visas árabes en las últimas cuatro semanas y el sello de inmigracíon de Haifa indicando que venía en un barco alemán. En vez de preguntarme si prefería ventana o pasillo me llevó a una habitación sin ventana alguna. En la siguiente hora (o dos, dependiendo de la ocasión en la que cuento la historia) tuve que casi desnudarme (ya tenía en mente la imagen de un policía poniéndose guantes de goma, pero no llegamos ahí) y fui cacheado antes de ser interrogado por tres (o más...ya sabes) personas a la vez, que seguro que trabajaban para la seguridad del aeropuerto, pero el Mossad suena mejor (en cualquier ocasión). Fue interesante ver cómo hicieron el interrogatorio. La idea era hacerte preguntas muy específicas, como los detalles de mi trabajo en el barco, para después cambiar de tema por completo para de repente volver al primer tema. Así, cuando las respuestas la segunda vez eran diferentes a la primera te cogen, ¡bingo! Tambien los protagonistas tenían diferentes papeles en plan 'poli bueno, poli malo', también conocido gracias a las películas americanas, para ponerme nervioso con los unos y coger confianza con los otros. Al final decidieron que no era una amenaza para el aeropuerto (o Isreal en general) y me dejaron ir. De hecho me llevaron directamente a la puerta de embarque, si no hubiese perdido mi vuelo, e incluso se despedieron agradablemente.
(Al final, tenía un asiento al lado de la ventana, aunque prefiero pasillo.)