La semana pasada me tocaba un rocorrido por Holanda y Bélgica, una semana de trenes, coches, hoteles, restaurantes, oficinas y cielos grises. Paramos en Amberes, el capital (conjunto de Den Haag) del negocio de diamantes, firme en manos de judios ortódoxes, no se puede huir de un ambiente que parece de ser reminente de una Europa perdida.
En Inglaterra la comida en el trabajo consiste de un bocadillo enfrente de la pantallo del ordenador, en Francia consiste en una hora en un restaurante comiendo tres platos incluso el vino. En Japón es en el medio de las dos, rápida pero de una cualidad que no alcanzan en los mejores restaurantes japoneses en que he comido en Alemania.
Lo bueno del jetlag es que me desperté temprano con tiempo para un paseo por el vecendario antes del trabajo, lo malo es que estaré listo para dormir a la hora de comida.
Me toca otra vez Japón. Esta vez salió al mediodía el sábado y como es invierno se hizo noche en seguida. Llegué el domingo por la mañana con la sensación que me han robado un día. Voy conociendo Tokyo poquito a poco, siempre haciendo túrismo con un jetlag tremendo un día cada vez. Hoy me subí el Mori Tower en Roppongi para la orintación general...y ahora me voy a orientar hacia la cama.
Esta semana me tocaba Inglaterra. Cuando me fui de ahí hace tres años estaba el capital de oportunidades de Europa, miles de gente joven vino a trabajar y ser parte de la economía que parecía poder hacer rico a todos. Los trabajos bien pagados y ambundantes, los pisos y casas con precios astronómicos, pero hay que gastar el dinero que se hace. En el continente la gente de la isla eran los reyes de la fiesta con la libra fuerte y el pago bueno.
Cada vez que vuelvo se ha ido mas de este ambiente. Con la libra casi equivalente al Euro se ha convertido en un meca de compras para los del continente. En Inglaterra la crisis tiene el efecto mas grave entre los países desarollados y se nota, ya no hay tanta gente en los restaurantes y tiendas, las casas se venden a precios baratos si se encuentran compradores.
Ya no existe un país con posibilidades sin limite en Europa.
Otra semana pasada en hoteles, taxis, restaurantes y oficinas. Puede ser que Seattle es una de las ciudades bonitos de los EE.UU. pero no ví mucho aparte de los rascacielos y tiendas del centro.
La sede de Microsoft con 15000 empleados (de ellos 400 se quedaron sin trabajo este año). Es una ciudad entera con su propio transporte público, restaurantes y parques de deseño. En el ambiente de recessíon ya no parecía tan impressionante.
